martes, 20 de septiembre de 2016

Tic, tac.

Son tiempos de cambio.
Tiempos en los que coser la cicatriz con puntos quirúrgicos y tirar el puto hilo de costura por el precipicio que yo me había ido creando desde que arrastraba mi vida pero no sabía cómo vivirla.
Tiempos en los que sonreír a los complejos, al espejo, al probador de una tienda cualquiera donde no te abrocha la 36.
Tiempos en los que disfrutar del pan recién hecho, del olor a sábanas limpias.
Tiempos en los que releer tu libro favorito para volver a saber que era ese, y nunca otro.

Es tiempo de cambios.
Tiempo de decirle a la herida 'no vales lo que dueles', para taparla e ignorar los sollozos que emita queriendo llamar tu atención.
Tiempo de agarrar las ganas por la cintura, raptarlas en el costado y hacerlas cosquillas para que no vuelvan a irse jamás.
Tiempo de hacer la cobra a quien no sabe valorar, lanzarle un beso de despedida y cogerlo justo a tiempo para que te beses a ti, porque tú eres quien se lo merece.

Tiempos en los que mirar a los ojos, pensar en alto.

Tiempo de hablaros, de contaros, de quereros.

Es tiempo de decirte, pequeña Black, que no eres mejor amiga ni alma gemela, porque eres hermana. Porque cada vez que te acuerdas de algo que te digo sin prestarle atención siquiera a mis propias palabras, me pones en la mano un trozo de vida a mi entera disposición. Porque no piensas que soy una pesada con mis idas y venidas, porque te gustan casi tanto como a mí los malditos juegos de preguntas. Porque cuando me siento invierno tú te disfrazas de primavera, para llenarme las manos frías con miles de flores pastel. Porque abrazarte siempre es estar en casa.

Es tiempo de decirte, Borja, que lo bueno se hace esperar, y por eso yo te he estado esperando tanto tiempo (aunque al principio fuese una asquerosa compulsiva sin perdón). Que aprendí a reírme de la vida y sus contratiempos contigo, porque no hay un sólo día que no me hayas llenado de carcajadas y dolor de tripa. Que eres de los míos, que formas escudo, que a la guerra siempre juntos.

Es tiempo de decirte, Ñeja, que tienes tanto interesado porque tu forma de caminar dejando vida a diestro y siniestro interesa. Y que si se acaban yendo es porque eres mucha mujer para una sola neurona activa. Que tienes arte y un que-sé-yo que me hace quererte casi casi hasta reventar, que tu risa ha calmado mares revueltos y llantos eternos.

Es tiempo de decirte, Lolito, que eres y has sido mi esperanza de vida. Que hablamos poco pero nos queremos mucho, que nos has mantenido a flote cuando yo ya no tenía ganas de nadar, y es lo mejor que nadie me ha demostrado en mucho tiempo. Que seguirán los apodos y las canciones, los veranos y las lágrimas de risa. Que bailaremos sin bailar hahta lah dié, hahta que duelan loh pieh.

Es tiempo de decirte, Enrique, que a salvavidas no te supera nadie. Crees en mí por muchas veces que la cague, me caiga o quiera correr antes de empezar a andar; crees en mí cuando yo ni siquiera tengo la fuerza para hacerlo. Que nunca ganaría mis batallas si no fuese porque siempre me traes de vuelta incluso con la vida hecha pedazos.

Es tiempo de decirte, Rei, que mi utopía eres tú por mil en el mundo, porque no habrá nadie con más corazón que los veintisiete que tienes tú. Que de pedagogía al cielo, beibi. Que habrán más Halloweens, y más Navidades y tú siempre tendrás de esos abrazos. De esos.

Es tiempo de decirte, Capitán, que la sirena que llevo dentro sigue viva gracias a que me diste cobijo y sonrisa cuando los demás querían derrumbarme con sus barcos. Que los aeropuertos se llenarán de lágrimas por despedirte, y el mundo se parará cada vez que pises una ciudad nueva. Que te quiero ángel y demonio, náufrago, ratón o Augustus Waters.

Es tiempo de decirte, Cristinita, que tienes un museo entero en la cabeza, y la mejor galería de arte en el corazón. Me recorrería el mundo sentándome en cada banco de cada ciudad y seguiría queriendo escucharte mil veces más, contarte cualquier chorrada porque siempre tienes las palabras para el momento y la herida. Eres bonita de las de verdad, de las que no quedan, de las que hace falta, de las que guardas bien hondo, para dejar vivir la huella.

Es tiempo de decirte, Andrew, que me equivocaría ocho vidas más, que escribiría mil libros, que seguiría sentándome en ese parque para echarte de menos desde el momento en el que te diese el último abrazo. Que nos contaría inseparables, que les enseñaría tus fotos a todos los que nunca apostaron por nosotras. Que te seguiré esperando para que la Navidad siempre sea más bonita.

Es tiempo de decirte, Med, que ha llegado la hora de reírnos en la puta cara de todos los kilómetros que alguna vez se rieron de todo lo que hemos construido. Que siempre tendremos un lado oscuro que sanarnos, un viaje que hacer, un abrazo que darnos, una playa que compartir. Hay personas que te devuelven la calma, la esperanza, que te hacen apostar por la humanidad. Tú me hiciste creer en tu religión desde que le diste a un diminuto botón en Twitter.

Es tiempo de decirte, Peeta, que desde que apareciste por el distrito con tu pan quemado, supe que sería siempre real. Te acompañaría al fuego aunque te negases. Que los reencuentros parecen películas sólo porque sigues siendo el mismo chico genial de siempre. Que apostaría por ti con los ojos cerrados y el mundo en contra, porque siempre merecería(s) la pena.

Es tiempo de deciros, Alex y Yeray que hace tiempo os hicisteis héroes junto al caos completo que tenemos haciendo el idiota y riendo a carcajada limpia y sonora, para mejorarnos la calidad de vida, de arrugas prematuras por exceso en risas. Que sois gigantes.

Es tiempo de decirte, Aurora, que pasaste de 'novia de' a amiga sin ni siquiera tener razones para ello. Que creíste en mí, que me diste el ánimo, que confiaste en mi oído para desahogarte; y nunca tuviste por qué. Que duréis todo lo que la vida os tenga preparado, porque no conozco a nadie más que se merezca la felicidad en estado puro como la merecéis vosotros.

Es tiempo de decirte, Deni, que me has completado la clase, los lunes y los suspensos. Que jamás voy a echar de menos tanto una canción absurda, un portazo o una risa escandalosa. Que no dejes que nada te haga tocar fondo; que vales mucho, y que nunca se te olvide ni te lo hagan olvidar.

Es tiempo de decirte, Mamá Kupun, que Atapuercou sigue esperando con ansia nuestro regreso, porque invierno no es invierno por allí si no estamos nosotros gritándote amor en lenguaje secreto.

Es tiempo de decirte, Uma, que unas notas jamás medirán el arte que llevas dentro y la enorme magia que tienes. Que nadie igualará tus tartas. Que nadie traerá tanta calma entre tanta tormenta como tú. Y que no te quiero ver llorar nunca más, porque tienes matrícula en todo lo bueno que se pueda imaginar.

Es tiempo de decirte, Inés, que seguiría hablando de mil frikadas contigo hasta que nos quedásemos sin saliva. Que la ayuda que me has aportado es inexplicable. Siempre estaré agradecida por haber confiado en mí, por haber hecho algo tan simple como llevarme a tu casa a ver a tu gatito (ahora está en un mundo lleno de latitas estupendas y deliciosas) en uno de mis peores días, porque son los actos y no las palabras. Que el mundo te seguirá tachando de rara por no ser como el resto, pero eres especial en todo el esplendor de la palabra.

Es tiempo de decirte, Javi, que química nunca habría sido lo mismo sin ti, ni el parque de atracciones, ni miles de momentos más. Te he conocido este año pero no me voy a arrepentir nunca, porque me has dado los peores chistes y las más absurdas risas.

Es tiempo de decirte, Mayte, que aunque no hablemos apenas, que aunque sólo te vea una hora en una academia en la que ni siquiera podemos intercambiar más que un 'hola', el apoyo que me has dado cada vez que escribía ha sido como el edredón en invierno. Que vales tanto que ni me lo creo, y que no deberías darle a nadie el poder de hacerte creer lo contrario.

Es tiempo de decirte, mi pequeña poeta, que siempre fuiste inspiración. Que las tardes se hacían más llevaderas contigo, que los problemas se hacían diminutos si te lo contaba a ti aunque tuviésemos seis insignificantes años. Como tus ganas de que yo siga escribiendo y soltando hielo por la boca, ningunas. Gracias por creer en mis letras, en mi futuro, en mí.

Es tiempo de decirte, PauxPaux, que no me acuerdo ni cómo te conocí, si fue en Plaza España o en alguna expo, pero desde entonces llevas alegrándome la vida a increíbles. Eres una de mis personas favoritas en el mundo simplemente por tener toda la magia que llevas dentro. He visto una milésima de lo que eres y ya te querría toda la vida.

Es tiempo de decirte, Sunny, que desde que llegaste siempre que apareces se me asoma el verano por la ventana. Que nos hemos visto una vez, pero que me bastó para pensar que eres la cosa más tierna (y arriesgada ante los fanses de Wismichu) del mundo.

Es tiempo de vosotros.

Gracias por hacer de mi caos un lugar habitable con vistas a las maravillas que tenéis dentro.