lunes, 21 de diciembre de 2015

Me ha costado escribirle esto, ¡oh, ya lo creo!

Esta vez no ha sido el miedo,
ha sido no querer aceptar mi derrota,
las ganas de volver a besarle la boca,
su ida,
la herida.
 
Resulta irónico que diga que no pasa nada mientras me escupe hielo,
últimamente pienso que no puedo conmigo,
rumbo perdido,
tú,
que me lees,
te hago testigo.
 
El papel me lo han fastidiado las lágrimas,
la lluvia ha inundado mi ánima,
y mis pies dicen que ya no quieren andar.
 
"Me ha tocado la tonta",
después le miraba absorta;
hoy,
la tonta,
no tiene fuerzas para chocar la copa.
 
Razón no le faltaba,
minutos después ya le añoraba,
maldito agobio y jodido miedo,
no dudaron en herirme con él primero.
 
Si os pido que le digáis que vuelva,
¿me haréis caso?
 
Todas las noches me atormenta mi fracaso.
Decidle que incluso le quiero,
que sabe que por su sonrisa muero.
 
Que no me olvide nunca,
que le seguiré mandando besos directos a la nuca.
 
No le digáis que lo siento
o su decepción irá en aumento,
tampoco le habléis de lo mucho que me arrepiento.
 
Cantadle esta noche alguna canción imprecisa,
por favor,
asegúrense de que muestre siempre su sonrisa.

domingo, 22 de noviembre de 2015

Carnosos, sus labios eran carnosos.

Después de tropezar desde que tengo uso de razón,
quiero deciros,
que siempre ha sido la misma piedra,
pero con distintos nombres.

Quizás es que yo siempre he sido de quemarme,
con fuego,
con hielo,
y por dentro.

Era un gilipollas,
hoy también lo es.

Pero yo que sé,
que levante la mano quien no se haya enamorado alguna vez del mayor error de su vida.

Que nadie os engañe,
a veces un beso es la excusa perfecta para quedarse.

Yo le prometí tantos,
que aun ofreciéndole diez vidas eternas,
jamás podré afrontar la deuda.


viernes, 13 de noviembre de 2015

Seguiré hablando sola.

Hoy me escribo a mí misma,
 porque mi yo necesita una bocanada de aire inducida.

¿Qué estás haciendo, niña?

Uniste amor a kamikaze,
y ahora te dejas el corazón
en cada
sapo,
rana,
o gilipollas que se te cruza en las pupilas.

Escúchame,
apártate el pelo de la oreja izquierda,
que voy a susurrarte;
escúchame muy bien, ojitos tristes:
Cuando sea él,
las ganas de escribir desaparecerán por besos,
y te vas a enamorar
hasta
las
costillas
de cada uno de sus silencios.

No saltes, insensata.

Espera a que lea esto,
sabes que necesitas que valoren lo que me lloras entre páginas y letras sueltas.

Ay, corazón hambriento,
a ti qué te van a contar de cabezazos,
roturas
o males de amor,
si últimamente te los llevas tú todos.

Hoy no, mi niña,
hoy no.
Hoy enamórate de tu nombre,
de lo que eres,
de lo que escribes.

Enamórate de tu caos,
y que le jodan al siguiente que parezca que va a colocarlo;
que entre tanta mierda,
sigo encontrándome el corazón,
la razón,
y ese tan deseado
'vete
a
la
mierda,
cabrón'.

jueves, 29 de octubre de 2015

Siéntate en la ducha. Ya está.

Muchas veces he querido decirte que mojarse con la lluvia a veces es necesario.
 
Hundirte en el pequeño barquito de cáscara de nuez,
dejar que te empape el agua,
y volver a flote siendo tu propio salvavidas.
 
Dejar que se te inunde el corazón,
que limpie la sangre seca de cada vez que te ha dado por sangrar,
que purifique;
y después,
reír lo más fuerte que puedas.
 
Mover la cabeza como si hoy fuese el último día que pudieses escuchar esa increíble canción,
gritar 'te quiero' en el borde de un andén,
pisar las rayas blancas del paso de cebra,
negro, muerte.
 
Llenar la bañera de espuma y agua ardiendo,
follar tres veces en una sola noche,
las caricias del después.
 
Comer cinco caramelos de esos que te tiñen la lengua de azul,
guiñarle un ojo a alguien porque sí,
mirarte al espejo y decir 'joder, hoy me comía a besos'.
Encontrarte en un choque de pupilas con el amor de tu vida,
y preguntarle si te cede la tormenta.

Black.

De vuelta a casa,
con los párpados tristes,
mil seiscientas promesas rotas,
y arrastrando los pies;
ella siempre me guardaba abrazos.

Eran de ese tipo,
como una taza de té en invierno,
como meterse en la piscina en pleno agosto,
como llegar a casa y quitarse el sujetador.

Era la más bonita del mundo,
porque sí,
porque la rompieron el corazón demasiadas veces,
porque la destrozaron sin preocuparse,
porque tiene sus batallas,
y aun así, nunca está rota.

La guerra siempre acaba cuando la miro la sonrisa.
La paz llegará a Tierra cuando todos se den cuenta,
de que aunque se crea poca cosa,
marca fuerte allá donde pisa.


martes, 20 de octubre de 2015

Gigantes.

Es que tú siempre te has merecido las mejores líneas,
la carcajada más increíble del mundo,
y la lotería.
 En cuanto a personas, quería decir.

Me río yo de aquellos que me dicen que no puede ser,
que cómo te voy a querer;
y siendo que cómo no,
les dedico mi mejor sonrisa como acto reflejo.

Ignorantes aquellos que basan su vida en torno a unos números,
y no se dejan llevar por lo que les manda ese tan conocido
(y jodido)
órgano.

Que los 'te quiero' no se miden por números,
ni en una escala,
ni con 'yo más'.

A ti tampoco se te puede medir, taponcito.

Pocos hablan de los caos,
en los que un hermoso desastre te ayuda a descolocar aún más.
Porque yo soy de hacer una montaña con la ropa,
tú eres de callarte la montaña en el corazón;
y ambas somos el hilo para una sonrisa descosida.

Porque lo gratificante,
lo extraordinario;
está en que sepas que esto es únicamente para ti,
y no te hagas preguntas,
porque,
desde que has empezado,
sabías que esto lleva tu nombre.

Gigantes,
por las ganas de abrazarte.

Gigantes,
por las sonrisas que tendrías que sacar a paseo.

Gigantes,
por las putas huellas que me vas dejando en la frente,
la muñeca,
y,
cómo no, siendo tú,
el corazón.





sábado, 10 de octubre de 2015

Ojalá,

Se quedasen,
como las gotas en el cristal cuando lluevo,
como la mancha de café que ayer me jodió el folio,
como las cicatrices,
como el chicle que un rebelde escupió en la acera.

Ojalá,
alguien quisiera morir por mí,
de la forma en la que yo quiero morir por todos.

Ojalá,
dejasen de dejar herida,
esperar a que consiga curarme,
y volver a abrirla.

Ojalá,
no llorase con mi madre en invierno,
en otoño,
y a principios de primavera.

Quiero poder gritarle mis miedos,
dedicarle mis mejores risas,
y darle mi vida en distintos colores de confeti,
a alguien que no sea mi madre.

(Ella y yo hicimos un pacto para que eso nunca se perdiera.)

Quiero tener a alguien a quien besar los ojos,
robar la camisa que más me guste,
morder la nariz,
y con quien correr descalzos por un mármol casi tan frío,
como ese órgano que me bombea hielo mientras os escribo.

Ojalá,
me curasen.


jueves, 1 de octubre de 2015

Vuelos.

Me hacía cosquillas en frente del espejo,
las tardes de terraza y cerveza se pasaban entre chiste y chiste,
por la noche, me abrazaba como si no quisiese que me rompiera,
y me unía todo el manojo de cristales que era.

Los domingos era obligatorio no salir de la cama,
los viernes me dejaba pisarle los pies,
y los días de lluvia no podíamos buscar cobijo.

''Que le jodan al oleaje, cariño.
El agua pesa por fuera, pero que nunca te cale dentro.'' -decía y se ponía a gritar como quien aprende a volar.

Un día, se fue.
Se fue sangrando, doliendo.

Cogimos la T4,
dirección 'Ninguna parte'.
Maldito idiota,
llegaba tarde.

Cuando miré a mi lado, no llevaba maletas.
Cerré los ojos un maldito instante,
cogí fuerza,
''te quiero''.

Bonitas palabras para un aeropuerto con miles de corazones rotos,
será por veces que se lo habrán declarado demasiado tarde.

Esta vez,
yo no era su equipaje.





viernes, 25 de septiembre de 2015

A veces quiero disparar.

Algunas noches,
siento como si me hubiesen arrancado el corazón del pecho,
sin avisar,
y sólo me hubiesen enseñado a llorar.

Muchas madrugadas,
se me hacen herida,
pasos difíciles,
y puzzle de mil piezas.

Y sólo sé romperme,
suspirar cinco veces por cada vuelta que da la manecilla del reloj,
y escuchar los temas más lentos de Funambulista con una vela en la mano.

A veces,
quiero cicatrizar,
ponerme una sonrisa y salir a bailar.

Pero para entonces,
ya se me han cansado los pies.



jueves, 3 de septiembre de 2015

Velas.

Sóplame las pestañas.

Pídeme por favor que me quede un ratito más.
Cuéntame cómo la ha liado tu hermana esta vez.
Déjame escribirte, pintarte, soñarte.

Cántame a gritos la canción por la que vives,
el poema que te remueve el mundo,
aquel estúpido villancico de Navidad que me hace reír.

Muérdeme un hombro,
un esquema,
la boca.

Recuérdame que es tarde,
mándame a dormir,
no me des las buenas noches.

Arrópame,
''que sueñes bien'',
duérmete.





sábado, 29 de agosto de 2015

Veintinueve barcos.

6D.

Último barco hundido,
naufragio,
los cinco besos que no te he dado,
mis cartas sobre la mesa,
y tú, maldito cabrón, tienes el As de corazones.

Los ojos rojos,
la ventana abierta en pleno diciembre,
fantasmas que me gritan que no piensas venir,
un pájaro que ya no quiere volar.
Los atardeceres han perdido la belleza,
el mago ya no encuentra ojos brillantes,
Alicia se niega a seguir al conejo.

Jaque mate,
me has vuelto a dar las buenas noches.

Te odio.

Te quiero.

Te.


viernes, 28 de agosto de 2015

La primera bomba nuclear.

Siempre tenías finales alternativos.

Podía besarte,
quedarme con las ganas,
negarme a mirarte a los ojos,
o irme sin decirte ''hasta nunca'' ;
que siempre volverías a aparecer en un semáforo en rojo,
en una guitarra desafinada,
en el espejo roto del desván.

Tú no eras el precipicio,
eras la enfermedad.
La cura tenía el mismo miedo que yo a cruzarse contigo un sábado de madrugada.

Siempre acababas en mi cama,
y yo siempre acababa jodida.

Tenías la puta pistola escondida en tu modo de caminar,
ponías el seguro en cada musa,
conmigo ya no podías aguantarte las ganas de matar.