domingo, 22 de noviembre de 2015

Carnosos, sus labios eran carnosos.

Después de tropezar desde que tengo uso de razón,
quiero deciros,
que siempre ha sido la misma piedra,
pero con distintos nombres.

Quizás es que yo siempre he sido de quemarme,
con fuego,
con hielo,
y por dentro.

Era un gilipollas,
hoy también lo es.

Pero yo que sé,
que levante la mano quien no se haya enamorado alguna vez del mayor error de su vida.

Que nadie os engañe,
a veces un beso es la excusa perfecta para quedarse.

Yo le prometí tantos,
que aun ofreciéndole diez vidas eternas,
jamás podré afrontar la deuda.


viernes, 13 de noviembre de 2015

Seguiré hablando sola.

Hoy me escribo a mí misma,
 porque mi yo necesita una bocanada de aire inducida.

¿Qué estás haciendo, niña?

Uniste amor a kamikaze,
y ahora te dejas el corazón
en cada
sapo,
rana,
o gilipollas que se te cruza en las pupilas.

Escúchame,
apártate el pelo de la oreja izquierda,
que voy a susurrarte;
escúchame muy bien, ojitos tristes:
Cuando sea él,
las ganas de escribir desaparecerán por besos,
y te vas a enamorar
hasta
las
costillas
de cada uno de sus silencios.

No saltes, insensata.

Espera a que lea esto,
sabes que necesitas que valoren lo que me lloras entre páginas y letras sueltas.

Ay, corazón hambriento,
a ti qué te van a contar de cabezazos,
roturas
o males de amor,
si últimamente te los llevas tú todos.

Hoy no, mi niña,
hoy no.
Hoy enamórate de tu nombre,
de lo que eres,
de lo que escribes.

Enamórate de tu caos,
y que le jodan al siguiente que parezca que va a colocarlo;
que entre tanta mierda,
sigo encontrándome el corazón,
la razón,
y ese tan deseado
'vete
a
la
mierda,
cabrón'.