domingo, 22 de noviembre de 2015

Carnosos, sus labios eran carnosos.

Después de tropezar desde que tengo uso de razón,
quiero deciros,
que siempre ha sido la misma piedra,
pero con distintos nombres.

Quizás es que yo siempre he sido de quemarme,
con fuego,
con hielo,
y por dentro.

Era un gilipollas,
hoy también lo es.

Pero yo que sé,
que levante la mano quien no se haya enamorado alguna vez del mayor error de su vida.

Que nadie os engañe,
a veces un beso es la excusa perfecta para quedarse.

Yo le prometí tantos,
que aun ofreciéndole diez vidas eternas,
jamás podré afrontar la deuda.


No hay comentarios:

Publicar un comentario